La radiactividad natural procede de la transformación de los materiales
radiactivos que componen la corteza terrestre y de las radiaciones procedentes
del espacio exterior, que constituyen la radiación cósmica. Esto significa que
existe un fondo radiactivo natural desde que se creó nuestro planeta y al que
estamos perfectamente adaptados; incluso nuestro propio cuerpo posee ciertos
compuestos radiactivos como el potasio-40 (K40) y el carbono-14 (C14) y por
término medio la radiactividad de nuestro cuerpo se cifra en unos 12.000 Bq.
Además existen otros elementos radiactivos de origen artificial, es decir,
creados por el ser humano, para ser empleados en actividades tan diversas como
la medicina, la industria o la investigación, que son el origen de la
radiactividad artificial.
Tipos de radiactividad
Dentro del espectro electromagnético, la parte de energías más altas
corresponde a las radiaciones ionizantes, que son aquellas que modifican la
estructura de la materia con la que inciden, arrancando electrones de la
corteza de los átomos (fenómeno conocido como ionización). Se conocen varios
tipos de radiaciones ionizantes, entre ellas: la radiación alfa (α), la
radiación beta (β), la radiación gamma (γ) y los Rayos X. Las radiaciones alfa,
beta y gamma provienen de la desintegración de los núcleos y se pueden originar
de manera espontánea en la naturaleza, o ser provocadas artificialmente. Los
Rayos X provienen de las transformaciones que tienen lugar en la corteza de los
átomos y son de origen artificial.
La radiación alfa consiste en la emisión de 2 protones y 2 neutrones en una única partícula: partícula alfa.
La radiación beta está formada por electrones, que aparecen como consecuencia de la desintegración de un neutrón.
La radiación gamma está compuesta por fotones, que carecen de carga y de masa y proceden del ajuste de un núcleo excitado.
La radiación alfa consiste en la emisión de 2 protones y 2 neutrones en una única partícula: partícula alfa.
La radiación beta está formada por electrones, que aparecen como consecuencia de la desintegración de un neutrón.
La radiación gamma está compuesta por fotones, que carecen de carga y de masa y proceden del ajuste de un núcleo excitado.
Penetración de las radiaciones
Hemos dicho que las radiaciones afectan a la materia al incidir
con ella. Pero su capacidad de penetración varía en función del tipo de
radiación. En el caso de la radiación alfa, al tener una masa elevada, su
interacción con los átomos es prácticamente inmediata, siendo sólo capaz de
atravesar unas centésimas de milímetro en la materia. Se puede detener con una
simple hoja de papel. La radiación beta, al tener menos masa, aumenta su poder
de penetración, aunque éste se limita a unos milímetros. Una lámina de aluminio
de pequeño espesor puede frenarla. La radiación gamma y los Rayos X, al
consistir en la emisión de fotones, o lo que es lo mismo, ondas
electromagnéticas que no tienen ni masa ni carga, su capacidad de penetración
en la materia es alta. Se pueden detener con un muro de hormigón o unos
centímetros de plomo.
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