domingo, 26 de febrero de 2017

La radiactividad


La radiactividad natural procede de la transformación de los materiales radiactivos que componen la corteza terrestre y de las radiaciones procedentes del espacio exterior, que constituyen la radiación cósmica. Esto significa que existe un fondo radiactivo natural desde que se creó nuestro planeta y al que estamos perfectamente adaptados; incluso nuestro propio cuerpo posee ciertos compuestos radiactivos como el potasio-40 (K40) y el carbono-14 (C14) y por término medio la radiactividad de nuestro cuerpo se cifra en unos 12.000 Bq. Además existen otros elementos radiactivos de origen artificial, es decir, creados por el ser humano, para ser empleados en actividades tan diversas como la medicina, la industria o la investigación, que son el origen de la radiactividad artificial.
Tipos de radiactividad
Dentro del espectro electromagnético, la parte de energías más altas corresponde a las radiaciones ionizantes, que son aquellas que modifican la estructura de la materia con la que inciden, arrancando electrones de la corteza de los átomos (fenómeno conocido como ionización). Se conocen varios tipos de radiaciones ionizantes, entre ellas: la radiación alfa (α), la radiación beta (β), la radiación gamma (γ) y los Rayos X. Las radiaciones alfa, beta y gamma provienen de la desintegración de los núcleos y se pueden originar de manera espontánea en la naturaleza, o ser provocadas artificialmente. Los Rayos X provienen de las transformaciones que tienen lugar en la corteza de los átomos y son de origen artificial. 
La radiación alfa consiste en la emisión de 2 protones y 2 neutrones en una única partícula: partícula alfa.
La radiación beta está formada por electrones, que aparecen como consecuencia de la desintegración de un neutrón.
La radiación gamma está compuesta por fotones, que carecen de carga y de masa y proceden del ajuste de un núcleo excitado.
Penetración de las radiaciones
 Hemos dicho que las radiaciones afectan a la materia al incidir con ella. Pero su capacidad de penetración varía en función del tipo de radiación. En el caso de la radiación alfa, al tener una masa elevada, su interacción con los átomos es prácticamente inmediata, siendo sólo capaz de atravesar unas centésimas de milímetro en la materia. Se puede detener con una simple hoja de papel. La radiación beta, al tener menos masa, aumenta su poder de penetración, aunque éste se limita a unos milímetros. Una lámina de aluminio de pequeño espesor puede frenarla. La radiación gamma y los Rayos X, al consistir en la emisión de fotones, o lo que es lo mismo, ondas electromagnéticas que no tienen ni masa ni carga, su capacidad de penetración en la materia es alta. Se pueden detener con un muro de hormigón o unos centímetros de plomo.



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